La tarea de entender y realizar el mensaje de Cristo continuó
siendo la de la comunidad cristiana en los siglos siguientes. La
vida histórica de la Iglesia es el intento continuado de acercar a los hombres
al significado esencial del mensaje cristiano, reuniéndolos en una comunidad
universal (catolicismo), en la cual el valor de cada hombre se funda
únicamente en su capacidad de vivir en conformidad con el ejemplo de
Cristo. Pero la condición fundamental de este acercamiento es la posibilidad
de comprender el significado de aquel mensaje; y tal tarea es propia de la
filosofía. La filosofía cristiana no puede tener el fin de descubrir nuevas
verdades y ni siquiera el de profundizar y desarrollar la verdad primitiva del
cristianismo, sino solamente el de encontrar el camino mejor, por el cual los
hombres puedan llegar a comprender y hacer propia la revelación cristiana.
Todo lo que era necesario para levantar al hombre del pecado y para
salvarle, ha sido enseñado por Cristo y sellado con su martirio. Al hombre
no le es dado descubrir sin fatiga el significado esencial de la revelación
cristiana, ni puede descubrirlo por sí solo, fiándose únicamente de la razón.
En la Iglesia cristiana la filosofía no sólo se dirige a esclarecer una verdad
que ya es conocida desde el principio, sino que se dirige a esclarecerla en el
ámbito de una responsabilidad colectiva, en la cual cada individuo halla una
guía y un límite. La Iglesia misma, en sus asambleas solemnes (Concilios),
define las doctrinas que expresan el significado fundamental de la revelación
(dogmas).
De ello se deriva el carácter propio de la filosofía cristiana, en la cual la
investigación personal halla señalados anticipadamente sus límites. No es,
como la filosofía griega, una investigación autónoma que debe dirigirse en
primer lugar a fijar los términos y el significado de su problema; los términos
y la naturaleza del problema ya le han sido dados. Esto no disminuye su
significado vital: sólo a través de la investigación filosófica el mensaje
cristiano, en la inmutabilidad de su significado fundamental, ha renovado y
conservado, a través de los siglos, la fuerza y la eficacia de su magisterio
espiritual.
BIBLIOGRAFIA
ABBAGNANO, Nicolás, Historia de la Filosofía, Barcelona, HORAS S.A, 1994.
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