jueves, 18 de abril de 2013

JUAN ESCOTO ERIUGENA: FE Y RAZÓN




El presupuesto de la investigación de Juan Escoto es el acuerdo intrínseco
entre razón y fe, entre la verdad a que llega la investigación libre y la
revelada al hombre por la autoridad de los Libros Sagrados y de los
escritores inspirados. "No hay salvación para las almas de los fieles si no es
en creer lo que se dice con verdad sobre el único principio de las cosas, y en
entender lo que con verdad se cree". La autoridad de
las Sagradas Escrituras es indudablemente indispensable al hombre, porque
solamente ellas pueden conducirle a los rincones secretos en que reside fe
verdad. Pero el peso de la autoridad no debe en modo alguno
apartarle de lo que le persuada la recta razón. "La verdadera autoridad no
obstaculiza a la recta razón, ni la recta razón obstaculiza a la autoridad. No
hay duda de que ambas emanan de una fuente única, esto es, de la sabiduría
divina". Pero la dignidad mayor y la prioridad de naturaleza
corresponden a la razón, no a la autoridad. La razón nació al comienzo de
los tiempos, junto con la naturaleza: la autoridad ha nacido después. La
autoridad debe ser aprobada por la razón, de lo contrario no parece firme: la
razón no tiene necesidad de ser apoyada o corroborada por ninguna
autoridad. En fin, la autoridad misma nace de la razón, porque la verdadera
autoridad no es otra cosa que la verdad hallada por virtud de la razón de los
Santos Padres y por ellos transmitida por escrito para provecho de la
posteridad. Y Juan pone en boca del maestro, que es el principal
interlocutor del diálogo, una enérgica invitación a la libre investigación:
"Debemos seguir a la razón que busca la verdad y no está oprimida por
ninguna autoridad y que de ninguna manera impide que sea publicamente
expuesto y difundido lo que los filósofos buscan con asiduidad y llegan
trabajosamente a encontrar".
Esta decidida afirmación de la libertad de la investigación, que hace de
Juan Escoto un sobreviviente abanderado del espíritu, filosófico de los
griegos, no implica en él ninguna limitación o negación de la religión. Ya que
la religión no se identifica con la autoridad, sino con la investigación.
Religión y filosofía son una misma cosa: "¿Qué significa tratar de filosofía,
sino exponer las reglas de la verdadera religión, por las cuales la causa suma
y principal de todas las cosas, esto es Dios, es humildemente adorada y
racionalmente investigada?. Juan está aquí muy cerca del
espíritu de investigación agustiniana, para la cual la fe es un punto de llegada
mas que de partida, está al final del largo y laborioso camino de la
investigación más bien que al principio y es la dirección y la guía de la
investigación más bien que un límite y un obstáculo. Y de hecho, el
presupuesto agustiniano de la Verdad suprema, que se revela y se afirma en
la investigación humana, se repite en Juan. La naturaleza humana en sí
considerada es una sustancia tenebrosa, que es, no obstante, capaz de
participar de la luz de la sabiduría. Cuando el aire participa del rayo de sol
no es luminoso por sí mismo, sino por esplendor del sol que en él aparece;
así la parte racional de nuestra naturaleza, cuando participa del Verbo, esto
es, de la Verdad divina, no entiende por sí las cosas inteligibles y Dios, sino
que solamente las conoce por la luz divina que hay en ella.
En la investigación humana quien halla no es el hombre que busca, sino la
luz divina que busca en el hombre. La frase de Jesús, según San Juan: "No
sois vosotros quienes habláis, sino que Dios habla en vosotros", es entendida
por Escoto, como si dijera: "No sois vosotros los que me entendéis, sino Yo
que me entiendo a Mí mismo en vosotros a través de mi espíritu".

BIBLIOGRAFIA
ABBAGNANO, Nicolas, Historia de la filosofía, Barcelona, HORAS S.A, 1994.

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