La frase que expresa la posición de Anselmo sobre el problema
escolástico, es: Credo ut intelligam. La fe es el punto de partida de
la investigación filosófica. No se puede entender nada si no se tiene fe; pero
la fe sola no basta, es menester confirmarla y demostrarla. Esta
confirmación es posible. "Lo que creemos por la fe sobre la naturaleza
divina y las personas de la misma, excepto la encarnación, puede ser
demostrado con razones necesarias, sin recurrir a la autoridad de las
Escrituras". Y, puesto que es posible, es un deber: "Es
negligencia no intentar comprender lo que se cree, después de que hemos
sido confirmados en la fe". La encarnación misma es
presentada por Anselmo, en la obra que ha dedicado a este tema, como una
verdad a la que la razón puede llegar por sí sola: no hay duda, en efecto, de
que los hombres no hubieran podido salvarse, si Dios mismo no se hubiese
encarnado y no hubiese muerto por ellos. Así, Anselmo
considera el acuerdo entre fe y razón intrínseco y esencial. Ciertamente que,
si se diera una contradicción, no sería necesario admitir la verdad del
razonamiento, aun cuando éste pareciera irrefutable;
pero Anselmo está íntimamente seguro de que no puede
haber una verdadera contradicción, porque el entendimiento está iluminado
por la luz divina, exactamente como la fe. Esto no implica, por otra parte,
que la verdad se encuentre enteramente al alcance de la mano del hombre.
"Sea lo que sea lo que el hombre pueda decir o saber, dice Anselmo, las
razones supremas, los misterios de la fe, permanecen siempre escondidas".
Al que investiga una realidad incomprensible, como
es la Trinidad, le debe bastar el llegar con el entendimiento a conocer que
existe, aunque no entienda de qué modo es. Anselmo ha
afirmado de esta manera en amplios límites el valor de la investigación.
Distingue la verdad del conocimiento, la verdad del querer y la verdad de
la cosa. La verdad del conocimiento consiste en la conformidad de!
conocimiento con la cosa y se alcanza cuando se conoce la cosa tal como es.
Esta verdad la define Anselmo como rectitudo cognitionis. La verdad de la
voluntad es, análogamente, rectitudo voluntatis. Obrar según la verdad,
significa hacer el bien, hacer lo que se debe hacer. Pero también aquí el
criterio es objetivo; la medida está en el objeto, esto es, en la cosa. El
fundamento de toda verdad es la verdad de la cosa, la rectitudo rei. Pero esta
verdad, a su vez, está fundada en la verdad eterna, que es Dios: las cosas son
verdaderamente aquellas que están en la mente de Dios, en la cual subsisten
sus ideas o ejemplares. Dios mismo es, pues, la absoluta verdad, que es
norma y condición de toda otra verdad. Anselmo sigue aquí
las huellas de la especulación de San Agustín en su De vera religione. En el
ámbito del pensamiento platónico-agustiniano se mueven también sus
investigaciones sobre la existencia de Dios.
BIBLIOGRAFIA
ABBAGNANO, Nicolas, Historia de la filosofía, Barcelona, HORAS S.A, 1994.
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